“Soy muy perfeccionista”. Hay mucha gente que toma esta frase como algo positivo, como una cualidad. Sin embargo, desde el punto de vista homeopático, se trata de un síndrome que afecta al individuo más de lo que éste imagina. El problema del ser humano es que ha olvidado quien es: un ser dual que jamás podrá llegar a la perfección “divina”, justamente debido al eterno diálogo con las dos fuerzas que le habitan y que están en íntima relación: el mundo interior y el mundo exterior.
Dos mundos que tienen sus leyes y que deben negociar de un modo continuo para llevarse bien, y que la vida de este ser tenga unos ciertos rasgos de optimización.
A lo sumo podemos acceder a la excelencia; ese el único camino posible, un camino que estará impregnado por la incertidumbre y que los científicos que estudian el universo cuántico nos explican tan bien.
Quiero compartir con vosotros un párrafo de esta excelente mujer: Rita Levi Montalcini, Neurobióloga italiana, premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1986.
“El hecho de que la actividad que he desarrollado de un modo tan imperfecto haya sido y siga siendo todavía para mí una fuente inagotable de placer, me induce a pensar que la imperfección en el cumplimiento de la tarea que nos hemos fijado o que nos ha sido asignada, quizá sea más acorde con la naturaleza humana, imperfecta como es, que la perfección”
— Rita Levi-Montalcini (Elogio de la imperfección)