Uno de los trastornos más comunes en los niños aunque quizá no tan conocido es el de la aparición de aftas o llagas bucales. De hecho, su aparición de forma recurrente es la forma más común de úlceras orales.
Esta afección se caracteriza por la aparición de úlceras de aspecto blanquecino generalmente en la parte posterior del labio, dolorosas y de duración indefinida. Su origen es desconocido, pero hay elementos que pueden condicionar su aparición. Es el caso de infecciones víricas (resfriados o gripe), de factores genéticos, agentes químicos, déficit de vitaminas y minerales o también el estrés, entre otros.
Durante el invierno, cuando la prevalencia de los resfriados o la gripe aumentan, los niños propensos a padecer aftas pueden experimentar un rebrote.
Uno de los principales inconvenientes de estas llagas es que son muy dolorosas, de modo que los pequeños que las padecen pueden estar unos días más inapetentes de lo normal, ya que la deglución produce molestias en la zona.
Para calmar el dolor que producen las aftas podemos adoptar una serie de medidas. Hasta que la herida vaya cicatrizando deberemos procurar tomar comidas blandas, que no necesiten mucha masticación como caldos, sopas, purés, pescado, arroz, etc.
También es importante mantener la zona bien limpia con el objeto principal de evitar infecciones. Aunque resulte bastante doloroso lo ideal sería enjuagar la boca con agua y sal, y después mantener un cepillado suave.
La mayoría de los tratamientos para las aftas están enfocados a aliviar el dolor y evitar posibles reproducciones cada cierto tiempo. En este sentido, cabe destacar que la homeopatía es una opción de utilidad para tratar las aftas y las irritaciones bucales. Hay medicamentos homeopáticos con propiedades cicatrizantes, antiinflamatorias y antiinfecciosas, indicados para el dolor de garganta, aftas e irritaciones locales.
La homeopatía se puede administrar en niños, además precisamente las formas más comunes de estos fármacos (glóbulos y gránulos), tienen un ligero sabor dulce y se disuelven en la boca. Esto facilita la ingesta a los más pequeños, y como también se pueden disolver en agua o incluso en el biberón, aún resultan más cómodos de tomar.
En el caso de las aftas recurrentes la homeopatía es también de utilidad, pues ayuda a que las recidivas disminuyan con el tiempo. Consulta con tu médico formado en homeopatía si tienes dudas.